miércoles, 24 de noviembre de 2010

Diario de ilusión.

Aquella noche, recostado sobre el suave y mojado manto de césped que se dibujaba sobre la montaña del pueblo, miré fijamente los ojos de la luna y supe, con la claridad de quien sabe de su existencia, que a la mañana siguiente todos los diarios hablarían de ilusión. Creo que si me preguntaran porqué, no sabría responder… me tomarían por loco, pero es posible, muy posible, que con la espontaneidad que me caracteriza, respondiera: -Lo vi anoche en los ojos de la luna-. La palabra ilusión me parece realmente graciosa, llena de contrariedades; una ilusión puede ser algo que ni existió, ni existe, ni existirá, pero sin embargo se puede llegar a ver cuando se está empujado por el deseo irrefrenable de conseguirlo. Por otra parte, la ilusión es algo que ponemos en las cosas que nos importan y de las cuales esperamos resultados positivos. Quizás no debería existir la primera parte, o quizás debería ir siempre acompañada de la segunda. Posiblemente la ilusión sea la herramienta que nunca debamos dejar de utilizar; el motor de cada vida…

Diario de ilusión. Sí, eso es: diario de ilusión, algo presente en cada día de la vida, que empuje el deseo, que consiga lo imposible; porque lo mejor de la palabra “imposible” es que se cimenta sobre la palabra posible…

Diario de ilusión, algo que cada día te empuje a sonreír por las cosas más absurdas, en las que sólo te fijas tú, esas cosas que te hacen sentir especial, diferente por un momento y más vivo que nunca. Diario de ilusión, diario de la capacidad de hacer posible lo im…posible.

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